Este 24 de noviembre se cumplen 32 años del fallecimiento de Freddie Mercury, una de las figuras más emblemáticas de la cultura pop y uno de los vocalistas más influyentes en la historia del rock. Su voz prodigiosa, su teatralidad en el escenario y su capacidad para reinventar los límites de la música han convertido su legado en un fenómeno vigente más allá de generaciones.
La historia de Mercury —cuyo nombre real era Farrokh Bulsara— tomó un giro definitivo en abril de 1970, cuando se integró a la banda Smile, encabezada por Brian May y Roger Taylor, tras la salida de su vocalista original. De inmediato propuso un nuevo nombre: Queen, una decisión que, aunque polémica en su momento, marcaría el inicio de una de las agrupaciones más influyentes del siglo XX.
Con John Deacon en el bajo desde 1971, la alineación clásica quedó consolidada. A partir de entonces, Queen emprendió un camino creativo que dio origen a hits que redefinirían el rock, desde Keep Yourself Alive y Killer Queen hasta la revolucionaria Bohemian Rhapsody, considerada una de las mejores canciones de todos los tiempos.
Durante los años 70 y 80, Queen lanzó discos icónicos como A Night at the Opera, News of the World y The Game, además de ofrecer presentaciones legendarias, siendo su actuación en Live Aid 1985 la más reconocida como una de las mejores en la historia del rock.
En 1991, Mercury confirmó públicamente que padecía VIH/SIDA; un día después, falleció a los 45 años. Su voz siguió sonando en el álbum póstumo Made in Heaven (1995). Tres décadas después, su influencia se mantiene intacta gracias a homenajes, reediciones y la película Bohemian Rhapsody (2018), que reavivó el fervor por el cantante y su banda.




