Superman: el heroísmo se encuentra en la bondad

Superman (2025), escrita y dirigida por James Gunn, propone un enfoque renovado y profundamente humano del icónico superhéroe. En lugar de centrarse en su origen, la historia nos presenta a Clark Kent (David Corenswet) ya establecido como protector de Metrópolis. La narrativa se estructura en tres ejes: un secreto kryptoniano que lo hace replantear su identidad, su papel como mediador en un conflicto internacional, y la amenaza constante de Lex Luthor (Nicholas Hoult), quien representa una visión fría, peligrosa y empresarial del poder.

Uno de los mayores aciertos de Gunn es mostrar a Superman como un ser empático y esperanzador, alejado del héroe divino y atormentado de versiones anteriores. El director apuesta por una visión luminosa, colorida y emocionalmente cercana, en la que el protagonista reafirma su fe en la humanidad. La química entre los personajes, especialmente con Lois Lane (Rachel Brosnahan), refuerza este tono cálido y optimista.

Sin embargo, el filme sufre por su intento de balancear demasiados elementos. La presencia de múltiples personajes secundarios y guiños al universo DC —como la Justice Gang— a veces eclipsan al propio Superman, generando una sensación de saturación.

Visualmente, el filme destaca por su vibrante fotografía (de Henry Braham) y diseño de producción, y hay escenas memorables que celebran la mitología del personaje, incluida una reinvención del icónico tema de John Williams. Gunn también introduce comentarios sobre la era digital, la manipulación mediática y la peligrosa idolatría a los “tech bros”.

A pesar de sus irregularidades, Superman (2025) representa un intento sincero de acercar al personaje a las nuevas generaciones sin perder del todo su esencia. No es la mejor representación audiovisual del Hombre de Acero —ese lugar sigue reservado para la película de 1978 de Richard Donner—, pero sí un primer paso audaz y emotivo en un nuevo capítulo para DC.