Plástica

El arte del duelo: Luis Felipe presenta su obra definitiva sobre Ayotzinapa

Es la contemplación del silencio, del duelo, de lo que no puede representarse

Una obra que ha evolucionado en el tiempo encuentra finalmente su forma definitiva. Larga noche en el presente (2016), pieza del artista mexicano Luis Felipe Ortega dedicada a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, se exhibe en su montaje final como parte de El hilo conductor, muestra de la colección del Museo Amparo en Puebla.

La instalación, compuesta por 43 paneles de grafito y lápiz pastel sobre papel, se despliega horizontalmente sobre tres paredes de la galería. Cada pieza —de 70 x 40.5 x 4 cm— representa un ensayo visual, una presencia ausente. En lugar de retratos directos, Ortega utiliza siluetas vacías, similares a recuadros de identificaciones oficiales, que sólo se revelan bajo ciertos reflejos de luz. Esta condición hace prácticamente imposible fotografiar la obra, exigiendo del espectador una observación atenta y pausada.

“El espectador se enfrenta a 43 vacíos. Es la contemplación del silencio, del duelo, de lo que no puede representarse”, señala el curador de la muestra. La corporeidad que otorgan los 4 cm de grosor de cada panel refuerza esta presencia espectral: cuerpos sin materialidad, virtualidades de lo que ya no está.

Este montaje suma además una dimensión sonora. En una colaboración especial, los músicos Quique Rangel y Mike Sandoval —bajo el nombre de 2Contrabajos— ejecutaron en vivo una composición fúnebre de 25 minutos. La música, interpretada en movimiento frente a los paneles, consistió en 43 acordes con variaciones, uno por cada estudiante. No como ilustración, sino como eco del trazo, del duelo y del vacío.

Para Ortega, esta unión de dibujo y sonido no es ajena. Su trayectoria ha estado marcada por la exploración del espacio, el cuerpo, la repetición y el tiempo. Sin embargo, en Larga noche en el presente, esos elementos se condensan en una obra profundamente política y poética.

Más que una conmemoración, la obra es una insistencia: un duelo que no cesa, un horizonte sin fuga. En su oscuro fulgor, el espectador no encuentra respuestas, sino una exigencia de mirar, de escuchar, de recordar.

La pieza estará exhibida en el Museo Amparo hasta el cierre de la muestra El hilo conductor.

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