
Weapons: La película más terrorífica del año llega a los cines
Un rompecabezas audiovisual salvaje, siniestro y brillante
Después del inesperado fenómeno que fue Barbarian (2022), Zach Cregger regresa con Weapons, una cinta que no solo desafía las convenciones del cine de género, sino que las dinamita con una mezcla desconcertante —y fascinante— de horror, sátira suburbana y drama existencial. Estrenada bajo el sello de Warner Bros., esta nueva entrega se postula como una de las propuestas más arriesgadas del cine estadounidense reciente.
Cregger no repite fórmula, sino que se lanza de lleno a la experimentación. Weapons es un relato coral, fragmentado y profundamente perturbador, que gira en torno a un hecho trágico del que apenas se dan pistas. Seis personajes orbitan alrededor de ese suceso, pero la película nunca ofrece respuestas directas. Lo insinúa. Lo distorsiona. Lo multiplica. Como una matrioska endemoniada: cuando parece que la historia se estabiliza, Cregger introduce otro giro, otro tono, otro género.
El resultado es un filme que bebe del trauma compartido de Magnolia, el nervio visceral de Cronenberg y la densidad enrarecida de Denis Villeneuve. Pero sin homenajes explícitos ni nostalgia fácil. Aquí hay riesgo real. Y un sentido del humor negro, perverso y profundamente incómodo que estalla en los momentos más inesperados. Una línea de diálogo. Un corte abrupto. Una escena aparentemente fuera de lugar… que resulta ser exactamente lo que el momento necesitaba.
Weapons no es una cinta amable. Juega con el espectador. Cambia de punto de vista sin previo aviso, subvierte expectativas narrativas y emocionales, e incomoda con gusto. Cuando no confunde, espanta. Cuando no espanta, hace reír. Pero con culpa. Como si la película te susurrara al oído: “esto no deberías estar disfrutándolo tanto”.
La atmósfera es el verdadero sostén del relato. Cregger y su equipo construyen una estética opresiva, donde cada plano parece esconder una amenaza latente. Cámaras de vigilancia, encuadres que convierten al espectador en voyeur involuntario, y una paranoia constante que atraviesa toda la película. A veces lo terrible sucede. A veces no. Pero siempre se siente que algo acecha.
El reparto, encabezado por Josh Brolin, Julia Garner y una irreconocible Amy Madigan, aporta peso y textura emocional. Aunque no todos los personajes tienen el mismo desarrollo, cada uno funciona como pieza de una estructura mayor, donde lo importante no es tanto entender la historia como sumergirse en su clima de desconcierto.
Sí, el guion de Weapons es ambicioso y, por momentos, tramposo. Hay cabos sueltos, giros que parecen gratuitos, e hilos argumentales que se desvanecen. Pero también hay audacia. Y una voluntad de experimentar que hace falta en tiempos de fórmulas agotadas y sustos reciclados.
No es una película que busque complacer. Tampoco cerrar círculos. Prefiere dejar al espectador descolocado, desequilibrado, fascinado. Weapons es una obra incómoda, cruda y extrañamente divertida. Una película que no se entiende del todo, pero que se siente. Y que confirma a Zach Cregger como una de las voces más provocadoras del cine contemporáneo.
En una era donde el cine de terror se debate entre lo elevado y lo efectista, Weapons elige un tercer camino: el de lo inclasificable. Y ahí, en ese desequilibrio entre lo grotesco y lo sublime, encuentra su poder.