Ciencia

El paleontólogo que reconstruyo un dinosaurio para honrar a su difunta esposa

El tricerátops “April”

El esqueleto número 159 que llegó a manos del paleontólogo comercial Barry James es posiblemente uno de los tricerátops más grandes y valiosos jamás encontrados, con un precio estimado de hasta 25 millones de dólares. Pero más allá de su valor económico, este dinosaurio lleva un nombre muy especial: April, en honor a April Rhodes-James, esposa y socia de Barry durante 37 años, quien falleció antes de ver completada esta obra magna de la paleontología comercial.

Barry y April formaban un equipo único, combinando la rigurosidad científica de él con el talento artístico de ella. Juntos fundaron Prehistoric Journeys, un negocio dedicado a la preparación y restauración de esqueletos fósiles, que vendían a museos y coleccionistas privados alrededor del mundo. Durante años, trabajaron incansablemente para reconstruir esqueletos que despertaran la fascinación por el mundo prehistórico, desde el aterrador T. rex hasta el majestuoso saurópodo.

Cuando el tricerátops apodado “Buddy” llegó desde Wyoming, Barry salió de su retiro para emprender quizá su proyecto más ambicioso. Sin embargo, en medio de esta “dinomanía”, April empezó a sentir un dolor creciente que reveló una enfermedad terminal relacionada con la vesícula biliar. A pesar de su deterioro, la pareja siguió trabajando en el dinosaurio, aunque April no viviría para ver la cabeza fosilizada y la emblemática cresta montadas.

“Es como montar un rompecabezas de 10,000 piezas”, describe James sobre el proceso de ensamblaje del fósil, que él continúa con la ayuda de aprendices y estudiantes. Para Barry, nombrar al tricerátops “April” es una forma de mantener viva la memoria de su esposa y de honrar su dedicación y amor compartidos.

A pesar de que coleccionistas internacionales, incluso de Arabia Saudita y Abu Dabi, están dispuestos a pagar millonarias sumas por el ejemplar, James ha dejado claro que el nombre del dinosaurio no está a la venta, aunque reconoce que legalmente podría ser difícil protegerlo.

El taller en Pensilvania donde Barry trabaja está lleno de recuerdos de April: poemas escritos por ella, esculturas de chatarra dedicadas a sus mascotas y una pasión compartida por preservar la historia natural. Tras la pérdida de su compañera, Barry confiesa que el proyecto y el dinosaurio le dan una razón para seguir adelante.

“Si no le hubiera puesto el nombre de April, probablemente ya me habría dado por vencido”, reconoce. Para Barry James, el tricerátops no es solo un fósil extraordinario, sino un testimonio tangible del amor y la colaboración que definieron su vida junto a April.

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