El cerebro humano contiene cerca de 86.000 millones de neuronas, pero la clave de lo que nos hace únicos podría encontrarse en un fragmento de ADN mucho más pequeño. Se trata de HAR123, una secuencia de apenas 442 nucleótidos que funciona como un interruptor genético capaz de regular la formación de células progenitoras neurales y, con ello, influir en la arquitectura y la flexibilidad de nuestro cerebro.
El hallazgo fue publicado en la revista Science Advances por un equipo de la Universidad de California en San Diego. HAR123 pertenece a las llamadas “regiones aceleradas humanas” (HARs), segmentos del genoma que han cambiado rápidamente desde que nuestra especie se separó evolutivamente de los chimpancés hace unos cinco millones de años.
A diferencia de un gen, HAR123 es un potenciador transcripcional, es decir, un regulador que controla cuándo y cuánto se activan ciertos genes. Los experimentos demostraron que la versión humana de este fragmento estimula con más eficacia la producción de progenitores neurales en el prosencéfalo, la zona del cerebro relacionada con el lenguaje, la memoria y la toma de decisiones, a diferencia de la versión de chimpancés, más activa en el tronco cerebral.
Los investigadores también descubrieron un circuito molecular entre HAR123 y el gen HIC1, clave en la generación de progenitores neurales. Cuando eliminaron HAR123 en células madre humanas, la producción de progenitores cayó, pero al reactivar HIC1 la función se recuperó.
Para probar su impacto funcional, el equipo generó ratones modificados sin HAR123. Aunque aprendían inicialmente sin problemas, fracasaban en pruebas de aprendizaje de reversión, esenciales para medir la flexibilidad cognitiva. Esto sugiere que este diminuto interruptor genético podría estar vinculado a la capacidad humana de adaptarse a reglas y contextos cambiantes, un rasgo distintivo de nuestra especie.
El estudio también apunta a una posible relación entre HAR123 y trastornos neurológicos como el autismo o la esquizofrenia, ya que la ausencia del fragmento redujo la proporción de neuronas en regiones como el hipocampo.
HAR123 es solo una pieza del rompecabezas: se conocen más de 3.000 regiones aceleradas humanas, muchas de ellas en zonas no codificantes del ADN. Sin embargo, esta es la primera vez que se vincula directamente una de estas secuencias con la flexibilidad cognitiva, reforzando la idea de que pequeños cambios en nuestro genoma pudieron tener un impacto descomunal en la evolución del cerebro humano.