Ciencia

Los misterios del equinoccio

Un fenómeno astronómico que une historia y cultura

El pasado 22 septiembre se vivió el equinoccio de septiembre de 2025, un evento que, por definición de la NASA, “marca el momento exacto en que el centro del Sol cruza el plano del ecuador de nuestro planeta”. En este instante, los polos norte y sur reciben luz solar simultáneamente y quienes se encuentran sobre la línea del ecuador ven al Sol justo sobre sus cabezas al mediodía.

Los equinoccios ocurren dos veces al año, en marzo y septiembre, marcando el inicio de la primavera en el hemisferio sur y del otoño en el hemisferio norte. A lo largo de la historia, muchas civilizaciones construyeron monumentos para observar este fenómeno astronómico.

En Machu Picchu, el Intihuatana, conocido como “donde se amarra el Sol”, funcionaba como reloj solar inca, ayudando a determinar el momento exacto del equinoccio y las temporadas de siembra y cosecha. En México, la Pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá proyecta durante estos días una sombra que simula una serpiente descendiendo por la escalera norte, demostrando el profundo conocimiento astronómico de los mayas.

Incluso en Egipto, la Gran Esfinge de Guiza se alinea con el Sol durante los equinoccios, recibiendo la luz naciente sobre su hombro derecho al atardecer, evidenciando la relación entre arquitectura y fenómenos celestes que ha fascinado a la humanidad por siglos.

Estos monumentos no solo destacan por su valor histórico y cultural, sino que muestran cómo la observación del cosmos ha guiado a civilizaciones antiguas para entender el tiempo, la agricultura y la vida cotidiana.

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