Durante décadas, la ciencia ha debatido de dónde provinieron las moléculas que dieron origen a la vida: si nacieron en los océanos primitivos del planeta o si llegaron desde el espacio en meteoritos y cometas. Un nuevo estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society sugiere otra posibilidad fascinante: que el polvo cósmico haya sido el verdadero mensajero de la vida.
Los investigadores Stephen P. Thompson y Sarah J. Day, del laboratorio británico Diamond Light Source, descubrieron que dos aminoácidos —glicina y alanina— pueden adherirse a diminutos granos de silicato, un componente común del polvo estelar, y sobrevivir al calor extremo que habrían enfrentado al acercarse al joven Sol hace más de 4.000 millones de años.
Estos compuestos, bloques esenciales de las proteínas, pudieron viajar protegidos en partículas de polvo y llegar intactos a la Tierra primitiva. Según los científicos, este proceso actuaría como un “mecanismo de selección astromineralógica”: los granos de polvo no solo habrían transportado moléculas orgánicas, sino también seleccionado cuáles podían sobrevivir.
El estudio utilizó espectroscopía infrarroja y difracción de rayos X de sincrotrón para recrear condiciones cósmicas, revelando que las superficies minerales pudieron favorecer reacciones químicas complejas, incluso la formación de péptidos simples.
Estos hallazgos apuntan a que la química prebiótica pudo comenzar en el espacio, mucho antes de que existieran los océanos terrestres. Si así fue, parte del origen de la vida en la Tierra podría estar escrito en los granos de polvo que aún viajan entre las estrellas.




