Ciencia

El enemigo del T. rex sí existió

Un nuevo estudio afirma que no era un T. rex joven, sino una especie distinta

Un nuevo estudio publicado en Nature ha reavivado —y posiblemente resuelto— uno de los debates más prolongados de la paleontología: ¿Nanotyrannus era un dinosaurio real o simplemente un Tyrannosaurus rex adolescente? Tras analizar más de 200 fósiles de tiranosaurios, investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte y de la Universidad de Stony Brook aseguran que Nanotyrannus lancensis fue una especie distinta, rápida y esbelta, que coexistió con el T. rex hace 67 millones de años.

El conflicto se remonta a 1942, cuando se descubrió en Montana un cráneo pequeño y alargado que fue clasificado oficialmente como Nanotyrannus en 1988. Desde entonces, paleontólogos han discrepado sobre si representaba a un tiranosaurio joven o a un depredador independiente. El nuevo estudio, liderado por Lindsay Zanno y James Napoli, analizó en detalle el famoso fósil conocido como “Dinosaurios en Duelo”, un espécimen que incluye un pequeño tiranosaurio enfrentado a un Triceratops. Su excelente preservación permitió estudiar características anatómicas clave.

Los investigadores señalan que el ejemplar presenta brazos más largos, patas estilizadas, más dientes, una cola más corta y una cavidad sinusal adicional, rasgos que no coinciden con el desarrollo esperado de un T. rex. El análisis de los anillos de crecimiento óseo reveló que el animal tenía unos 20 años, por lo que no era un juvenil. Para Napoli, “no hay forma científica de llamarlo T. rex”.

Otros fósiles revisados en museos de Estados Unidos, Canadá y Asia confirman estos patrones. De ser correcto, Nanotyrannus habría sido un depredador de 5,5 metros y 680 kg, mucho más ligero que el T. rex y adaptado a la velocidad más que a la fuerza bruta.

Aunque algunos expertos piden cautela, muchos consideran que esta investigación podría transformar lo que se sabe sobre la evolución del tiranosaurio más famoso del mundo y obligar a replantear décadas de estudios previos. Como afirma el paleontólogo Steve Brusatte, “cada nuevo fósil puede cambiar todo lo que creíamos saber”.

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