Los hermanos Duffer cumplieron su promesa: la temporada final de Stranger Things es la más grande y ambiciosa de toda la serie. No solo destaca por la duración de sus episodios, sino también por la magnitud del peligro que enfrentan los personajes, el alcance del Upside Down y el riesgo de una destrucción total del mundo.
La temporada inicia con una revelación clave: Will Byers mantiene una conexión directa con Vecna desde su secuestro en la primera entrega. Ese vínculo le permite ver a través de los ojos del villano, acceder a la “mente colmena” del Upside Down e incluso despertar poderes que podrían ser decisivos para derrotar a Henry Creel.
Otra revelación importante es que Max no se encuentra en coma como se creía, sino atrapada en un mundo construido por Henry dentro de sus propios recuerdos, donde también está Holly Wheeler. Max descubre una misteriosa cueva que Vecna no puede atravesar, posiblemente vinculada a un trauma que incluso él teme enfrentar.
Mientras tanto, Eleven descubre que la Dra. Kay ha creado una base militar en el Upside Down y mantiene secuestrada a su hermana para intentar bloquear sus poderes. El resto del grupo —Mike, Dustin, Lucas y compañía— se une para rescatar a los niños capturados por Vecna, con la esperanza de que, con la ayuda de Eleven y Will, puedan enfrentar la batalla final.
La temporada deja varias preguntas abiertas: ¿por qué Vecna necesita 12 niños?, ¿qué quiere realmente la Dra. Kay?, ¿podrá Max despertar?, ¿y hasta dónde llegan los poderes de Will? Todas estas incógnitas preparan el terreno para una segunda parte que promete ser aún más intensa.




