Ciencia

Un fósil hallado en Brasil revela cómo los pterosaurios desarrollaron el cerebro para volar

El fósil representa “una pieza clave” para rastrear la evolución neurológica del vuelo.

Un nuevo estudio publicado en Current Biology ha revelado pistas inéditas sobre cómo los pterosaurios —los primeros vertebrados capaces de volar— desarrollaron desde cero las estructuras cerebrales que hicieron posible su vida en el aire. La investigación se basa en el hallazgo de Ixalerpeton, un pequeño arcosaurio lagerpétido descubierto en rocas de 233 millones de años en São João do Polêsine, Brasil. Este pariente no volador de los pterosaurios permitió comprender cómo era el cerebro ancestral antes del surgimiento de estas criaturas aladas.

Según el biólogo Mario Bronzati, autor principal del estudio, el fósil representa “una pieza clave” para rastrear la evolución neurológica del vuelo. El equipo comparó reconstrucciones digitales en 3D del cerebro de más de treinta especies, incluidos pterosaurios, sus parientes cercanos, dinosaurios tempranos y cocodrilos modernos. El análisis mostró que los lagerpetidos poseían cerebros alargados y relativamente simples, con estructuras poco desarrolladas, mientras que los pterosaurios exhibían cerebros más redondeados y complejos.

La diferencia más marcada se encontró en el flóculo, una región del cerebelo responsable de estabilizar la cabeza, los ojos y la visión durante el movimiento. En los pterosaurios, este flóculo alcanzó proporciones extraordinarias, una adaptación necesaria para procesar la gran cantidad de información sensorial proveniente de sus alas membranosas, sensibles a cada cambio del viento. Esta composición confirma que los pterosaurios no heredaron un cerebro preparado para volar: lo construyeron desde cero.

El estudio también destaca que, a diferencia de las aves —que heredaron una base neurológica de sus antepasados dinosaurios—, los pterosaurios siguieron una trayectoria evolutiva independiente. Aunque las aves poseen cerebros más grandes, estos se asocian principalmente con comportamientos complejos, no con el vuelo en sí.

El hallazgo de Ixalerpeton abre una nueva ventana al origen del vuelo vertebrado y demuestra que la evolución puede resolver el mismo desafío —elevarse en el aire— a través de caminos cerebrales completamente distintos.

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