“La naturaleza de una película es que no se haga. Todo conspira en contra”, afirmó Olallo Rubio durante la sesión de preguntas y respuestas de su más reciente proyecto, Tormento, presentada el pasado martes en el Cine Tonalá. El cineasta compartió que llegó a este guion tras acumular tres proyectos sin producir, pero con una certeza: la historia debía estar protagonizada por Natalia Solián. “Sin ella, no existiría esta película”, dijo.
Tormento es una adaptación libre de Morgue (2019), filme paraguayo de terror serie B, que Rubio transformó desde su esencia: el protagonista pasó de ser un hombre a convertirse en una mujer. En esta versión, Solián interpreta a Brenda, estudiante de derecho de día y guardia de seguridad de noche, quien se enfrenta a una serie de sucesos sobrenaturales dentro de una morgue durante un turno solitario. “Hay un simbolismo en que sea mujer, pero es algo que sólo Brenda [el personaje] conoce”, explicó la actriz, recordada por su papel en Huesera.
A diferencia de trabajos previos del director, Tormento reduce los diálogos y apuesta por un lenguaje visual más puro. “El terror permite narrar con imágenes. Quería que fuera una película sensorial, emocional”, señaló Rubio. La estética del SEMEFO, entre abandono y hostilidad, refuerza la vulnerabilidad física y emocional de la protagonista, quien enfrenta cada aparición, cada sobresalto y cada culpa con un temple que, según Rubio, “sólo Solián podía transmitir”.
El director reflexionó también sobre su propio papel en el set: menos figura dictatorial, más mediador. La inesperada muerte del productor principal días antes del rodaje dejó el proyecto “en manos de todos”, recordó.
Aunque algunos elementos del guion pueden percibirse ambiguos, Rubio defiende esta apertura interpretativa: “Una película no tiene por qué dar todas las respuestas. La vida tampoco lo hace”.



