Plástica

La historia de los sarapes en México

Durante los siglos XVIII y XIX, el sarape alcanzó su máximo esplendor, convirtiéndose en una prenda de uso cotidiano y símbolo del México

Cuando el frío se hace presente en México, una de las prendas más emblemáticas vuelve a cobrar protagonismo: el sarape. Más que una pieza para protegerse de las bajas temperaturas, el sarape es una auténtica obra de arte textil que guarda siglos de historia, tradición y cosmovisión indígena.

El origen del sarape se remonta a las culturas prehispánicas, particularmente a las capas o tilmas utilizadas por los pueblos originarios, confeccionadas principalmente con algodón y fibras de agave. Estas prendas evolucionaron con la llegada de los españoles, quienes introdujeron el telar de pedal y la lana de oveja, dando forma al sarape tradicional que hoy conocemos.

Durante los siglos XVIII y XIX, el sarape alcanzó su máximo esplendor, convirtiéndose en una prenda de uso cotidiano y símbolo del México independiente. Fue utilizado por charros, jinetes, campesinos y revolucionarios, y su presencia se consolidó como un ícono nacional, comparable al sombrero de charro.

Uno de los diseños más reconocidos es el sarape de Saltillo, caracterizado por su figura de diamante central y sus grecas multicolores. Aunque su perfeccionamiento se dio en Coahuila, su origen técnico se vincula con los tejedores de Tlaxcala, quienes adaptaron las técnicas coloniales a los saberes indígenas.

Actualmente, el sarape es considerado patrimonio artesanal y cultural. Se fabrica en regiones como Saltillo, Chiautempan, Contla y Teocaltiche, donde generaciones de artesanos mantienen viva esta tradición. Además de su uso como prenda, hoy también se integra a la moda y la decoración, reafirmando su vigencia como símbolo de la identidad mexicana

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