Plástica

Arte público: la ciudad como galería

Las piezas ya no se limitan a homenajear próceres o héroes históricos

La escultura pública se consolida como un motor de transformación urbana y social en América Latina. Calles, parques y plazas han dejado de ser espacios de tránsito para convertirse en escenarios culturales al aire libre. Desde el Parque de la Memoria en Buenos Aires hasta las esculturas monumentales en Paseo de la Reforma en Ciudad de México, las ciudades se abren al arte como nunca antes.

Las piezas ya no se limitan a homenajear próceres o héroes históricos; hoy dialogan con la comunidad y responden a problemáticas actuales. Esculturas interactivas, instalaciones sonoras y estructuras cinéticas buscan la participación activa del espectador. “Una escultura en el espacio público deja de ser un objeto aislado, se convierte en parte de la vida diaria y del imaginario colectivo”, explica el artista Tomás Saraceno.

Sin embargo, este auge también genera debate: ¿qué lugar ocupa el arte en medio de la desigualdad social? Algunos proyectos son criticados por su costo o por imponerse en espacios comunitarios sin consulta previa. Otros, en cambio, son defendidos por revitalizar barrios olvidados y devolver sentido de pertenencia a las comunidades.

El arte público, en última instancia, recuerda que la ciudad es un espacio vivo donde conviven historia, protesta y belleza. La escultura deja de ser estática y se vuelve un punto de encuentro.

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