Ciencia

Carl Sagan, el científico que nos recordó que somos polvo de estrellas

Sagan defendió el pensamiento crítico, la evidencia científica y la curiosidad como pilares de la democracia.

“Somos polvo de estrellas”. La frase, sencilla y profundamente poética, resume el legado de Carl Sagan, uno de los científicos y divulgadores más influyentes del siglo XX, fallecido el 20 de diciembre de 1996. Astrónomo, astrofísico y escritor, Sagan transformó la manera en que millones de personas comprendieron el universo, al llevar el conocimiento científico más allá de los círculos académicos.

Nacido en Brooklyn en 1934, Sagan desarrolló desde niño una fascinación por la astronomía que lo llevó a formarse en la Universidad de Chicago y a construir una destacada carrera académica. Fue pionero en el estudio de las atmósferas planetarias, la búsqueda de vida extraterrestre y el origen de la vida, además de colaborar activamente con la NASA en misiones históricas como Mariner, Viking, Pioneer y Voyager.

Sin embargo, su mayor aportación fue como divulgador. A través de libros como Los dragones del Edén —que le valió el Premio Pulitzer—, Un punto azul pálido y El mundo y sus demonios, así como de la emblemática serie Cosmos, Sagan acercó la ciencia al gran público con un lenguaje claro, riguroso y profundamente humano. Cosmos fue vista por más de 500 millones de personas en todo el mundo y marcó a generaciones enteras.

En tiempos de desinformación, su legado resulta más vigente que nunca. Sagan defendió el pensamiento crítico, la evidencia científica y la curiosidad como pilares de la democracia. “La ignorancia científica amenaza nuestro bienestar”, advirtió, dejando un mensaje que hoy resuena con fuerza: comprender el universo también es una forma de cuidarnos como humanidad.

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