La creatividad suele asociarse con artistas y genios, pero en realidad es una capacidad innata del ser humano. Sin embargo, la rutina, el exceso de trabajo y la dependencia tecnológica pueden atrofiar esta habilidad si no se ejercita.
Estudios en psicología cognitiva indican que la creatividad surge de la combinación entre conocimiento previo y la capacidad de generar asociaciones novedosas. El problema es que la multitarea y la saturación de información actual reducen el tiempo de reflexión profunda, clave para la innovación.
Expertos sugieren varios hábitos para preservar la creatividad:
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Practicar el ocio activo, como dibujar, escribir o tocar un instrumento.
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Exponerse a lo inesperado, ya sea viajando, probando nuevas actividades o leyendo fuera de la propia área de interés.
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Respetar el descanso: el cerebro creativo necesita momentos de desconexión para reorganizar ideas, como sucede durante el sueño.
“Las grandes ideas rara vez surgen frente a una pantalla. Aparecen cuando dejamos espacio a la mente para divagar”, explica la psicóloga Teresa Amabile, de Harvard.
En un mundo productivista, defender la creatividad no es un lujo, sino una necesidad para adaptarse a los cambios. Mantenerla viva es garantizar la capacidad de imaginar soluciones distintas en tiempos inciertos.