Olvidar llaves, fechas importantes o incluso lo que estudiamos para un examen es algo que le sucede a casi todos. Sin embargo, expertos en neurociencia aseguran que existen métodos concretos para fortalecer la memoria y retener información de manera más efectiva, dependiendo de qué se quiera recordar y en qué contexto.
El neurocientífico Charan Ranganath, de la Universidad de California, Davis, explica que el olvido no es un fallo del cerebro, sino un mecanismo para filtrar información innecesaria. Aun así, combinar hábitos saludables con técnicas de aprendizaje puede mejorar significativamente la memoria.
Entre los cambios de estilo de vida recomendados se encuentran dormir lo suficiente, realizar actividad física y mantener una alimentación balanceada. Pero más allá de esto, los especialistas sugieren estrategias específicas para distintos tipos de recuerdos:
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Establecer conexiones significativas: Vincular la información nueva con conocimientos previos facilita su retención. Por ejemplo, asociar nombres con características personales o usar mnemotecnias para datos abstractos.
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Espaciar las sesiones de estudio: La “repetición espaciada” ayuda a consolidar recuerdos en la memoria a largo plazo y permite recuperar la información de manera más eficaz. Además, la práctica de recuperación —intentarlo antes de ver la respuesta— fortalece las conexiones neuronales.
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Leer en voz alta: Hablar o cantar la información activa diferentes áreas del cerebro, haciendo que los recuerdos sean más distintivos y fáciles de recuperar a corto plazo.
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Involucrar los sentidos: Observar detalles visuales, olores o sonidos durante el aprendizaje aumenta las asociaciones neuronales y mejora la retención.
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Palacio de la memoria: Asociar información con lugares familiares ayuda a memorizar listas largas o discursos mediante imágenes mentales llamativas.
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Crear recuerdos de forma intencional: Concentrarse conscientemente en los detalles y emociones de un momento importante potencia la capacidad de recordarlo más adelante.
Michael Hasselmo, neurocientífico de la Universidad de Boston, y Ranganath coinciden en que, aunque estas técnicas no sustituyen el descanso ni eliminan emociones negativas fuertes, sí funcionan como un impulso emocional y cognitivo para enfrentar el día a día.
En definitiva, aplicar estos métodos y mantener hábitos saludables puede transformar la forma en que recordamos información y momentos importantes, demostrando que la memoria se fortalece con práctica y atención consciente.