
Conoce las verdades y mitos sobre las arañas
Aunque se han catalogado más de 50 mil especies, los científicos aseguran que aún quedan muchas por descubrir
Con más de 50,000 especies conocidas hasta la fecha y una distribución casi global —exceptuando la Antártida—, las arañas son uno de los invertebrados más diversos y populares del planeta. Sin embargo, su fama también ha estado rodeada de mitos y confusiones que persisten en el imaginario colectivo. ¿Qué tanto de lo que crees saber sobre ellas es realmente cierto?
Aunque las arañas comparten ciertas características con los insectos, como el hecho de ser invertebrados, en realidad pertenecen a una categoría completamente distinta: los arácnidos. A diferencia de los insectos, que tienen tres partes en el cuerpo y seis patas, las arañas tienen el cuerpo dividido en dos secciones y cuentan con ocho patas.
Otro error común es utilizar la palabra arácnido como sinónimo de araña. En realidad, los arácnidos forman un grupo mucho más amplio que incluye a escorpiones, ácaros, garrapatas, opiliones, pseudoescorpiones, escorpiones látigo, solpúgidos (también conocidos como “arañas camello”) y palpígrados, entre otros. Según datos del Museo Burke de Historia Natural, existen 11 órdenes distintos dentro de los arácnidos.
No todas las arañas tejen las clásicas telarañas que vemos en esquinas o jardines. De hecho, solo cerca de la mitad de las especies conocidas construyen estas estructuras para atrapar presas. Otras especies cazan activamente a sus víctimas, como las arañas lobo, las saltarinas o las de tierra.
También existen especies que, en lugar de salir a cazar o construir redes, esperan a que las presas se acerquen, utilizando sus órganos sensoriales para detectarlas, como las arañas trampera o las cangrejo.
Eso sí, todas las arañas producen seda, la cual usan con distintos fines: para crear refugios, proteger a sus crías, construir sacos de huevos o dejar un hilo de arrastre al caminar. Pero no todas tejen telarañas como método de caza.
Las arañas juegan un papel vital en los ecosistemas al ayudar a controlar poblaciones de insectos. Pese a su mala fama, muy pocas especies representan un peligro real para el ser humano, y la mayoría prefiere evitar el contacto.
Así que la próxima vez que veas una araña, recuerda: más allá de los mitos, estos animales son verdaderas maravillas de la naturaleza, con comportamientos únicos y una historia evolutiva fascinante que aún se sigue descubriendo.