Este lunes, Diego Luna hizo historia al convertirse en el primer mexicano en conducir el programa Jimmy Kimmel Live. Pero su participación fue mucho más allá del entretenimiento: el actor dedicó más de doce minutos a hablar sobre la crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos y el impacto de las recientes redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en la comunidad hispana.
Desde el inicio, Luna reconoció que el inglés no es su lengua materna y bromeó sobre la posibilidad de ser deportado, pero dejó claro que su objetivo era dar voz a millones de inmigrantes que viven con miedo. “Nadie abandona su tierra por gusto, si no es porque su supervivencia depende de ello”, señaló.
El actor compartió historias de la diversidad cultural de Los Ángeles, incluyendo ejemplos de mestizaje como un restaurante coreano-mexicano que fusiona tacos con kimchi, símbolo de la riqueza cultural de la ciudad. También enfatizó la contribución económica de los inmigrantes, recordando que, incluso sin papeles, aportan miles de millones en impuestos.
En un llamado a la acción, Luna instó al público a contactar al Congreso y exigir vías hacia la legalización de quienes viven con miedo y criticó la separación de familias como práctica inaceptable. Además, reconoció la labor de organizaciones como Public Counsel y Kids in Need of Defense, que brindan apoyo legal y humanitario a los más vulnerables.
Con este discurso, Diego Luna no solo dejó huella como presentador histórico de un programa estadounidense, sino que también reafirmó su compromiso con la justicia y la dignidad de la comunidad migrante.
