
¿De dónde vino el agua de la Tierra? Un nuevo estudio podría cambiar todo lo que creíamos
*Pequeñas cantidades de agua podrían haberse quedado adheridas al polvo en el mismo lugar donde se formó la Tierra
Cada vez que tomamos un vaso de agua, nos bañamos o vemos llover, estamos en contacto con uno de los mayores misterios del planeta: ¿de dónde vino el agua que hace posible la vida?
Durante décadas, la teoría más aceptada era que la Tierra se formó seca, y que el agua llegó después a bordo de cometas o meteoritos. Pero una nueva investigación publicada en The Astrophysical Journal Letters podría darle un giro radical a esa historia.
Un equipo liderado por la investigadora Lise Boitard-Crépeau propone que la Tierra ya contenía agua desde su formación, sin que fuera necesario que la trajeran objetos helados del espacio exterior. Para llegar a esta conclusión, los científicos aplicaron modelos de química cuántica al estudio del disco protoplanetario, es decir, el anillo de gas y polvo que dio origen al Sistema Solar.
Lo sorprendente es que encontraron que el agua no se evapora o congela a una temperatura específica, como antes se pensaba. En cambio, tiene un rango de temperaturas en las que puede mantenerse unida a los granos de polvo, incluso en regiones cercanas al Sol.
Según este nuevo modelo, pequeñas cantidades de agua podrían haberse quedado adheridas al polvo en el mismo lugar donde se formó la Tierra, gracias a un fenómeno de sublimación gradual. Eso rompe la idea de una “línea de nieve” única, que separaba las zonas con posibilidad de contener hielo de las demasiado cálidas.
Este hallazgo sugiere que entre un 0.04 % y un 2.5 % del peso del polvo cerca de la órbita de la Tierra pudo haber sido agua. Aunque parezca poco, sería más que suficiente para explicar toda el agua de los océanos actuales.
Una parte clave del estudio también tiene que ver con el análisis de isótopos, especialmente la proporción entre el hidrógeno normal y el deuterio (hidrógeno pesado). Esa proporción funciona como una “huella química” que permite rastrear el origen del agua.
Los resultados muestran que las proporciones en la Tierra coinciden con las de ciertos meteoritos llamados condritas enstatíticas, que se formaron cerca de nuestra órbita. Esto refuerza la idea de que la Tierra pudo haberse construido con materiales que ya contenían agua.
Aunque la hipótesis del “late veneer” (barniz tardío) aún tiene defensores, este nuevo enfoque cambia la forma en que entendemos el origen del agua y, por lo tanto, de la vida misma en nuestro planeta.
Los autores reconocen que aún hay mucho por estudiar, pero sus conclusiones abren una puerta fascinante: que el agua no vino del cielo, sino que siempre estuvo con nosotros, desde el polvo primordial del que nacimos.