Cada primavera, el aire se llena de vida con el canto de millones de aves que anuncian el regreso de los días luminosos. Más allá de su belleza natural, diversos estudios científicos han demostrado que escuchar a los pájaros puede tener un profundo impacto positivo en nuestra salud mental.
Investigaciones recientes, publicadas en la revista Scientific Reports, revelaron que las personas que escuchan o ven aves reportan un bienestar emocional significativamente mayor, incluso más que quienes solo pasan tiempo en espacios verdes. Los efectos benéficos, además, pueden prolongarse por varias horas.
Otro estudio halló que escuchar seis minutos de canto de diferentes especies reducía los niveles de ansiedad y depresión, en contraste con quienes oían ruido de tráfico. Entre más diversa era la sinfonía, mayor era la sensación de calma y claridad mental.
Expertos como Clinton Francis, ecólogo de la Universidad Politécnica Estatal de California, explican que el canto de las aves puede ser interpretado por nuestro cerebro como una “señal de seguridad”, un recordatorio ancestral de que el entorno es seguro y la mente puede relajarse.
Escuchar a las aves también fomenta la atención plena: nos ancla al presente, estimula los sentidos y nos conecta con algo más grande que nosotros mismos.