Publicado por primera vez en 1985, «El cuento de la criada» de Margaret Atwood sigue siendo, décadas después, una obra imprescindible para entender las dinámicas del poder, el control social y la resistencia.
La novela está ambientada en la República de Gilead, un régimen totalitario que ha derrocado al gobierno de Estados Unidos y ha impuesto un sistema teocrático. En esta sociedad distópica, las mujeres son despojadas de sus derechos y clasificadas según su función social. Las «criadas», como la protagonista Defred, son forzadas a procrear para las élites gobernantes, en un intento desesperado por revertir la crisis de fertilidad que azota a Gilead.
El relato, contado desde la perspectiva íntima y desgarradora de Defred, explora temas como el machismo institucionalizado, la pérdida de identidad y las complejidades de la obediencia y la rebelión. Margaret Atwood, una de las escritoras más influyentes de las últimas décadas, combina en esta obra elementos históricos reales —inspirándose en episodios de represión y fanatismo ocurridos en distintas épocas y lugares— para construir un mundo ficticio que resuena con la realidad.
El mensaje central del libro es claro: las libertades pueden desaparecer de forma gradual, y el silencio frente a las injusticias contribuye a fortalecer las cadenas del autoritarismo. Atwood advierte sobre los peligros de normalizar las desigualdades y llama a la vigilancia constante frente a las amenazas a los derechos humanos.
«El cuento de la criada» no solo ha sido un éxito literario, sino que ha inspirado adaptaciones teatrales, televisivas y una continuación titulada «Los testamentos». Su impacto sigue vigente, consolidándose como un recordatorio poderoso de lo frágil que puede ser la libertad cuando se enfrenta a la tiranía.
Un libro que no solo se lee, sino que sacude conciencias y deja una huella imborrable en sus lectores.