Lo que parecía una moda pasajera se ha consolidado: el vinilo vive una segunda era dorada. Según datos de la Recording Industry Association of America (RIAA), las ventas de discos de acetato superaron a las del CD en 2023, algo impensable hace una década.
Más allá de la calidad sonora, coleccionar y escuchar vinilos se ha convertido en un ritual. Sacar el disco, colocarlo en la tornamesa y dejar caer la aguja implica una atención plena que contrasta con la inmediatez del streaming.
El redescubrimiento del vinilo también ha impulsado a artistas contemporáneos a lanzar ediciones especiales, con portadas ilustradas y material exclusivo que convierten al objeto en pieza de arte. “Un vinilo no solo se escucha, se toca, se mira y se guarda”, señala el productor musical Fernando Olmos.
Para muchos jóvenes, la experiencia va más allá de la nostalgia: es una forma de resistir al consumo rápido y reconectar con la materialidad del arte sonoro.