Plástica

El Salón Tenampa celebra un siglo como el corazón del mariachi

Por sus mesas han pasado figuras como Lucha Reyes, José Alfredo Jiménez, Pedro Infante, Jorge Negrete y Lucha Villa

El histórico Salón Tenampa, emblema de la música vernácula mexicana y uno de los recintos más representativos de la Plaza Garibaldi, celebra este año su centenario tras haber sobrevivido a crisis, terremotos y una pandemia sin perder su esencia: ser un refugio para el mariachi, la convivencia y la memoria emocional de generaciones enteras.

Fundado por el jalisciense Juan Indalecio Hernández Ibarra, el Tenampa nació como una cantina sencilla inspirada en Cocula, lugar considerado la cuna del mariachi. Con mesas largas, tequila abundante y el sonido de violines y trompetas, pronto se convirtió en punto de reunión para paisanos músicos que buscaban un espacio donde sentirse en casa.

Por sus mesas han pasado figuras como Lucha Reyes, José Alfredo Jiménez, Pedro Infante, Jorge Negrete, Lucha Villa, Chavela Vargas, Amalia Mendoza y Cantinflas. Sus voces y anécdotas siguen siendo parte del imaginario del lugar, cuyos murales y barra conservan el espíritu de aquellas noches interminables.

En los años 60, el salón se renovó y amplió su espacio sin perder su esencia. Incorporó áreas nuevas, fortaleció su oferta gastronómica jalisciense y se volvió un sitio más familiar. Su famosa bebida artesanal, el ponche de granada, continúa elaborándose por la misma familia desde hace siete décadas.

La presencia del Tenampa ha trascendido fronteras y atraído a personajes como Carlos Slim, Rocío Dúrcal, Lola Flores, Joaquín Sabina y Luis Miguel, entre muchos otros. “Para nosotros no es solo un restaurante, es el legado de la familia”, señaló María Fernanda Aguilera, actual responsable del recinto.

Para conmemorar sus 100 años, el Salón Tenampa lanzó una colaboración con la marca Panam, anunció un libro con recetario incluido y realizó una gran celebración en el Lienzo Charro de Constituyentes con artistas como Julio Preciado, El Bebeto, Karina Catalán y la española Natalia Jiménez, quien recientemente develó su propio mural en el sitio.

Caminar por el Tenampa —cuyo nombre, en náhuatl, significa “lugar amurallado”— sigue siendo una experiencia que despierta nostalgia y tradición. Es ver a un padre enseñar a su hijo a pedir una canción al mariachi o escuchar a un anciano entonar “Amor eterno” con lágrimas en los ojos.

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