La enfermedad de Chagas, causada por el parásito Trypanosoma cruzi y transmitida principalmente por la picadura de la chinche “besucona”, es considerada una de las enfermedades tropicales más desatendidas del mundo.
Lo más alarmante es que puede permanecer silenciosa durante años o incluso décadas. Una persona infectada en su infancia puede no presentar síntomas hasta 10, 15 o 20 años después, cuando aparecen complicaciones graves como insuficiencia cardíaca, arritmias o problemas digestivos severos.
La transmisión se da sobre todo en zonas rurales de América Latina, aunque la migración ha llevado casos a Estados Unidos y Europa. El insecto se esconde en techos de palma o paredes de adobe, y al picar a las personas, defeca cerca de la herida; al rascarse, el parásito entra al organismo.
Se estima que más de 6 millones de personas en el mundo están infectadas, muchas sin saberlo. El diagnóstico temprano es fundamental, ya que existen medicamentos que pueden eliminar el parásito en fases iniciales, pero su efectividad disminuye en etapas avanzadas.
Organismos internacionales insisten en la necesidad de campañas de información, detección oportuna y mejor acceso a tratamiento, pues el Chagas representa no solo un reto médico, sino también social y económico.