Desde tiempos remotos, la humanidad ha mirado al cielo con fascinación, especialmente cuando se trata de eventos relacionados con la Luna. En la era digital, cualquier acontecimiento lunar pronto se convierte en tendencia: superlunas, lunas de cosecha y hasta los llamados “supereclipses”. En este listado viral ha comenzado a aparecer otro término: la “luna negra”, un fenómeno que, pese a su nombre enigmático, pasa desapercibido a simple vista.
Popularmente, se conoce como luna negra a la segunda luna nueva que ocurre dentro de un mismo mes. Aunque las fases lunares tienen un ciclo cercano a los 29.5 días, la diferencia entre este período y la duración del calendario gregoriano hace posible que, cada 32 meses aproximadamente, se produzcan dos lunas nuevas: una al principio del mes y otra al final. Este doble evento ha sido comparado con la “luna azul”, que se refiere a la segunda luna llena mensual, pero en versión oscura.
Sin embargo, a diferencia de otros fenómenos celestes que llenan de color el firmamento, la luna negra no ofrece ningún espectáculo visual. Durante la luna nueva, la Luna se ubica entre la Tierra y el Sol, presentando hacia nosotros su lado no iluminado. Así, se vuelve invisible: sale y se oculta junto con el Sol, quedando totalmente opacada por su brillo. Solo en caso de que pase directamente frente a la estrella y produzca un eclipse solar podemos verla.
Pese a la mística que el término ha adquirido en redes sociales, este fenómeno no tiene implicaciones negativas ni anuncia sucesos extraordinarios. Astrónomos aclaran que la luna negra es simplemente un efecto del calendario, una curiosidad astronómica sin mayor impacto. No obstante, su presencia en la conversación pública demuestra que la Luna, incluso cuando no puede verse, sigue capturando nuestra imaginación.




