Jurassic World: Renace – La saga vuelve a sus inicios

En una época en la que la “secuelitis” domina la cartelera, Jurassic World: Renace representa un giro inteligente dentro del universo jurásico. Lejos de ser una simple prolongación de la franquicia, esta entrega dirigida por Gareth Edwards (conocido por Godzilla y Rogue One) propone una suerte de reboot espiritual, que mantiene la esencia de la saga mientras traza nuevas rutas temáticas y narrativas.

Ubicada en un mundo donde los dinosaurios ya coexisten con los humanos, la cinta toma distancia de la grandilocuencia de sus predecesoras y opta por un relato más contenido —y, en cierto modo, más clásico—: una misión de infiltración en una isla olvidada por la ciencia. La premisa es sencilla, casi minimalista: recolectar ADN de especies extintas con fines farmacéuticos. Sin embargo, en manos de Edwards y el guionista David Koepp, esa premisa se convierte en una excusa para mezclar hábilmente el cine de atracos con el horror de criaturas.

Scarlett Johansson lidera con solidez el elenco como Zora Bennett, una operativa determinada cuyo arco combina dureza y vulnerabilidad. La acompaña un equipo diverso y carismático que funciona tanto en lo técnico como en lo emocional, destacando nombres como Mahershala Ali y Jonathan Bailey. Además, la familia Delgado aporta un contrapunto humano y afectivo que ancla el relato y evoca la magia spielbergiana original.

Visualmente, la película brilla. Las criaturas son majestuosas, los ambientes están cuidadosamente construidos y el tercer acto —con una atmósfera gótica y monstruosa— permite a Edwards desplegar su talento para la tensión. La secuencia final, con un dinosaurio mutante al estilo creature feature, es un clímax digno de las mejores cintas de ciencia ficción de los 80.

Jurassic World: Renace es más que un nuevo capítulo: es un renacimiento efectivo y refrescante, que entiende que el espectáculo visual necesita corazón. Un blockbuster que ruge con estilo y emoción.