Ciencia

La gratificación instantánea y el cerebro

¿Un placer que nos está costando caro?

En una época dominada por redes sociales, compras en línea y series bajo demanda, la gratificación instantánea se ha convertido en norma. Sin embargo, psicólogos advierten que esta tendencia podría estar afectando nuestro cerebro y nuestras relaciones.

El fenómeno consiste en la búsqueda de recompensas inmediatas —un “like”, un pedido entregado en horas, un capítulo disponible al instante— que activan los circuitos de dopamina en el cerebro. A corto plazo genera placer, pero a largo plazo reduce la capacidad de tolerar la frustración y planear a futuro.

Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que los jóvenes expuestos constantemente a recompensas digitales presentan mayor dificultad para concentrarse en tareas prolongadas. Además, la gratificación inmediata se asocia con mayor riesgo de ansiedad y adicciones conductuales.

“El cerebro humano evolucionó para sobrevivir en un entorno donde las recompensas eran escasas y había que esperar. Hoy tenemos un exceso de estímulos que desbalancea nuestro sistema de motivación”, explica la neurocientífica mexicana Ana Martínez.

Los especialistas sugieren ejercicios de autocontrol como practicar la postergación de placeres (el famoso “test del malvavisco”), establecer tiempos sin pantallas y retomar actividades que impliquen paciencia, como la lectura o el deporte.

La gratificación diferida, aquella que se obtiene tras esfuerzo y espera, fortalece la disciplina y la resiliencia. Recuperar este equilibrio podría ser clave para enfrentar un mundo donde la inmediatez parece tentarnos a cada segundo.

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