
La hormona del amor salvo a los lémures de la violencia
La cooperación y la igualdad también pueden tener raíces biológicas.
Madagascar es el hogar de los lémures, primates que han llamado la atención de la ciencia no solo por su biodiversidad, sino por sus complejas estructuras sociales. En muchas especies, las hembras dominan a los machos, comen primero y ejercen el control mediante fuerza y agresión. Sin embargo, un nuevo estudio revela que no todas las especies siguen esta regla y que podría haber una explicación cerebral detrás de estas diferencias.
Investigadores de la Universidad de Duke analizaron siete especies del género Eulemur —algunas con jerarquías femeninas rígidas y otras con relaciones igualitarias— para entender qué factores hormonales podrían explicar estos comportamientos. El estudio, publicado en PLOS ONE, se centró en el papel de la oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, por su asociación con el afecto y el cuidado.
Utilizando técnicas de autorradiografía cerebral, los científicos encontraron que los lémures más igualitarios tenían más receptores de oxitocina en el cerebro, especialmente en la amígdala, región clave en el control del miedo y la agresión. Esto sugiere que no fue un aumento de poder masculino lo que equilibró estas sociedades, sino una disminución en la agresión femenina, posiblemente favorecida por la evolución.
Este hallazgo no solo cuestiona estudios previos centrados en machos, sino que abre la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo las hormonas sociales influyen en la estructura de las comunidades, incluyendo la humana.
En palabras de los investigadores, los lémures podrían convertirse en un modelo ideal para estudiar la agresión competitiva entre sexos, mostrando que la cooperación y la igualdad también pueden tener raíces biológicas.