Plástica

La obra de Kandinsky visita Málaga

pPresenta una retrospectiva esencial del pintor ruso, figura clave del arte moderno.

El arte abstracto tiene nombre y apellido: Vassily Kandinsky. El pintor ruso (1866–1944), considerado pionero de esta corriente artística, es el protagonista de una de las exposiciones más esperadas del año en el Centre Pompidou de Málaga. La muestra reúne obras clave provenientes de la sede parisina del museo, gracias al legado de su viuda, Nina Kandinsky, que convirtió al Pompidou en el mayor custodio de su obra en el mundo.

El recorrido, instalado dentro del característico cubo de colores diseñado por los arquitectos Javier Pérez de la Fuente y Juan Antonio Marín, con intervención cromática del artista Daniel Buren, ofrece una panorámica fascinante de la evolución artística y espiritual de Kandinsky. Dividida en cinco capítulos, la exhibición abarca desde sus inicios figurativos en Rusia hasta sus últimos años en París, pasando por etapas decisivas en Alemania y su tiempo en la Bauhaus.

Formado inicialmente en derecho y economía, Kandinsky abandonó su carrera para estudiar arte en Múnich en 1896. Allí fundó la asociación y escuela Phalanx, donde conoció a Gabriele Münter, su compañera de vida y creación por varios años. Entre 1904 y 1907, la pareja viajó por Europa, y en París Kandinsky encontró nuevas influencias: Matisse, Picasso, Dufy. Ya en esta etapa comenzó a experimentar con manchas de color y composiciones abiertas que anticipaban la abstracción.

Durante la Primera Guerra Mundial regresó a Rusia, donde colaboró con el nuevo gobierno bolchevique en la reorganización cultural. Si bien se acercó al suprematismo y al constructivismo, nunca abandonó su búsqueda espiritual, lo que lo aisló de las vanguardias más radicales. En 1921, volvió a Alemania para sumarse como maestro a la mítica escuela Bauhaus, donde desarrolló su “período frío” y escribió su tratado Punto y línea sobre plano.

En 1933, tras el cierre de la Bauhaus por el régimen nazi, Kandinsky se exilió definitivamente en Francia. Desde Neuilly-sur-Seine, cerca de París, su obra adoptó un tono más luminoso, con influencias del surrealismo y una paleta pastel y juguetona. Su estilo final combinaba geometría rigurosa con formas biomórficas, en un equilibrio entre lo científico y lo onírico.

Una de las joyas de la muestra es una pintura-regalo que Kandinsky hizo a su esposa Nina durante la Pascua. El lienzo, que evoca tanto los huevos Fabergé como las muñecas rusas matrioskas, condensa muchas de sus ideas: unidad dentro de la multiplicidad, orden dentro del caos. Entre sus formas flotantes se adivinan escaleras, animales, instrumentos tradicionales y microorganismos.

La exposición permite trazar un diálogo implícito con la obra de Marc Chagall —también presente en exposiciones recientes en Europa—, ya que ambos compartieron tiempo y espacio como docentes de arte en París. Sin embargo, mientras Chagall cultivó un estilo lírico y figurativo cargado de símbolos y sueños, Kandinsky apostó por una abstracción rigurosa en la que el color y la forma son vehículos de lo espiritual.

Con esta muestra, el Centre Pompidou Málaga no solo rinde homenaje a uno de los gigantes del arte moderno, sino que también invita al público a repensar los orígenes de la abstracción como una forma de explorar el alma humana. Una oportunidad imperdible para sumergirse en la obra de un visionario que transformó el arte para siempre.

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