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“La virgen de la tosquera”: el terror íntimo latinoamericano

La narrativa transita del realismo costumbrista hacia un terror íntimo

La directora argentina Laura Casabé irrumpió en la competencia internacional de Sundance 2025 con La virgen de la tosquera, una propuesta que mezcla terror, coming of age y crítica social. Basada en dos relatos de Mariana Enríquez, la película explora los efectos devastadores del deseo no correspondido en un contexto de tensión política y económica: el sofocante verano de 2001 en Argentina.

La historia sigue a Natalia (Dolores Oliverio), una adolescente que vive con su abuela en un suburbio bonaerense, y su fascinación por Diego (Agustín Sosa). La llegada de Silvia (Fernanda Echevarría), una joven segura y seductora, altera la dinámica adolescente, transformando los juegos y fantasías en un terreno de deseo, celos y misterio.

Con guion de Benjamín Naishtat, la narrativa transita del realismo costumbrista hacia un terror íntimo, sin sustos tradicionales ni monstruos, donde la amenaza surge de las emociones mal digeridas. La tosquera, un antiguo lago de cantera abandonada, funciona como escenario simbólico y santuario profano, reflejando la intensidad emocional de Natalia.

La cinematografía de Diego Tenorio potencia la atmósfera de extrañamiento: cuerpos sudorosos, polvo en suspensión y colores apagados construyen un mundo tenso y silencioso, mientras la música de Pedro Onetto amplifica lo emocional sin recurrir a lo obvio. El elenco destaca por su precisión: Oliverio hipnotiza con gestos mínimos, Echevarría aporta luz y tragedia, y la abuela interpretada por Luisa Merelas sostiene el anclaje doméstico con distancia y malicia soterrada.

La virgen de la tosquera confirma a Casabé como una de las voces más inquietantes del cine de terror latinoamericano, mostrando que la adolescencia, el deseo y la frustración pueden ser tan perturbadores como cualquier monstruo.

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