Ciencia

Las hermanas olvidadas de Medusa

Monstruos alados, con serpientes en lugar de cabello y colmillos afilados

En el imaginario popular, Medusa reina sola: la mujer de mirada petrificante, símbolo de monstruosidad y, en tiempos recientes, de resistencia. Sin embargo, la mitología griega la concebía originalmente como una de tres hermanas: las temibles gorgonas. Esteno, Euríale y Medusa formaban un trío nacido de los dioses marinos Forcis y Ceto, habitantes del confín occidental del mundo, donde el sol muere.

Mientras que Medusa era mortal —y por ello vulnerable al héroe Perseo— sus hermanas eran inmortales. Esteno, la más feroz, fue temida por su violencia; Euríale, en cambio, quedó marcada por su llanto desgarrador tras la muerte de Medusa. Juntas encarnaban lo liminal: lo que vive entre la belleza y el horror, entre el caos y la protección. En el arte arcaico, las tres eran indistintas: monstruos alados, con serpientes en lugar de cabello y colmillos afilados. Pero con el paso del tiempo, solo Medusa fue humanizada.

El mito evolucionó: de bestia castigada a víctima de violencia divina. Así lo narraron autores como Ovidio o Píndaro, transformando a Medusa en emblema de injusticia, de castigo injusto, incluso de poder femenino reprimido. Esta reinvención, celebrada por corrientes feministas y culturales modernas, relegó aún más a Esteno y Euríale al olvido.

Sin embargo, recordar a las tres gorgonas es rescatar una visión más rica del mito: un relato colectivo donde lo monstruoso también puede ser sagrado, protector y profundamente femenino. Esteno y Euríale no fueron simples monstruos ni acompañantes de una tragedia ajena: fueron parte esencial de una triada poderosa, que alguna vez atemorizó —y protegió— al mundo antiguo.

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