Correr no es solo un ejercicio físico; es una práctica que impacta positivamente la salud integral. Diversos estudios han demostrado que correr regularmente mejora la capacidad cardiovascular, fortalece músculos y huesos, y aumenta la resistencia física.
El corazón se beneficia al mejorar la circulación sanguínea, reducir la presión arterial y disminuir los niveles de colesterol. Además, correr incrementa la capacidad pulmonar y ayuda a mantener un peso saludable. Por otro lado, es un ejercicio de bajo costo y de fácil acceso, que se puede adaptar al nivel de cada persona.
Pero los beneficios no son solo físicos. Correr libera endorfinas, neurotransmisores responsables de la sensación de bienestar, y ayuda a combatir la ansiedad, la depresión y el estrés. Algunos estudios incluso sugieren que la actividad aeróbica regular mejora la función cognitiva, la memoria y la concentración.
El contacto con la naturaleza durante el running, ya sea en parques o senderos, potencia estos efectos positivos, generando sensación de calma y conexión con el entorno. Además, correr en grupo promueve la socialización y la motivación.
Para maximizar los resultados, los expertos recomiendan combinar sesiones de resistencia con intervalos de intensidad moderada, mantener hidratación adecuada y complementar con estiramientos.
En resumen, correr es una de las prácticas más completas: fortalece el cuerpo, mejora la salud mental y contribuye al bienestar general, demostrando que unos minutos al día pueden marcar una gran diferencia.