En pleno siglo XXI, cuando la libertad de expresión y la separación entre Iglesia y Estado deberían ser pilares fundamentales en una sociedad democrática, San Luis Potosí se encuentra en el centro de una polémica que revive viejos debates sobre la censura y el respeto a la diversidad cultural. La llegada del cantante estadounidense Brian Hugh Warner, mejor conocido como Marilyn Manson, a este estado mexicano ha desatado una ola de controversias que van más allá de la música para tocar temas de laicidad, valores sociales y derechos ciudadanos.
Manson, apodado “El Anticristo” por su imagen y letras provocadoras, ofrecerá un concierto gratuito el día 10 de agosto en el Teatro del Pueblo de la Feria Nacional Potosina 2025, pese a las fuertes críticas de sectores religiosos y grupos conservadores. El arzobispo de San Luis Potosí solicitó al gobernador Ricardo Gallardo Cardona cancelar el evento, argumentando que la música de Manson “no contribuye al bienestar social ni a la promoción de valores positivos”, y considerándola una burla a la fe. Sin embargo, el gobernador defendió el concierto destacando el carácter laico del estado y el derecho de cada ciudadano a decidir a qué eventos asistir. “Ya no estamos en tiempos de la Santa Inquisición”, afirmó en sus redes sociales.
La Unión Nacional de Padres de Familia, con más de seis mil firmas de ciudadanos, también pidió la cancelación por supuestos riesgos a la seguridad y la influencia negativa en niños y adolescentes. Los opositores acusan a Manson de promover violencia, satanismo y misoginia, aludiendo incluso a las polémicas y acusaciones de abuso que enfrenta el artista desde 2021.
Este episodio pone en evidencia lo insólito que resulta en una sociedad moderna intentar apagar expresiones artísticas que, aunque controversiales, forman parte del pluralismo cultural. La libertad de expresión implica respetar gustos diversos y aprender a convivir con la diferencia, no imponer una moralidad única basada en creencias religiosas sobre el uso de espacios públicos.
Como señaló el Secretario General de Gobierno de San Luis Potosí, “si a ti te gusta y tienes interés en ir, irás; si no, simplemente no acudirás”. En una sociedad laica, el reto no es censurar, sino fomentar el diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo para construir un ambiente donde la pluralidad cultural y las libertades individuales puedan coexistir sin imposiciones ni censuras arbitrarias.
Este debate no es sólo sobre un concierto, sino sobre el significado real de la laicidad y la libertad en México hoy. Apagar voces artísticas por presiones religiosas o morales representa un retroceso peligroso que debemos evitar si aspiramos a un estado verdaderamente democrático e inclusivo.