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Conoce los mitos detrás de «La Última Cena»

* Esta pintura ha sido objeto de múltiples interpretaciones, teorías y mitos a lo largo de los siglos

La obra «La Última Cena» de Leonardo da Vinci, pintada entre 1495 y 1498 en el convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, es mucho más que una representación del momento bíblico en que Jesús anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará. Esta pintura ha sido objeto de múltiples interpretaciones, teorías y mitos a lo largo de los siglos. La combinación del genio artístico de Leonardo con el simbolismo religioso ha dado pie a una serie de narrativas que oscilan entre la especulación histórica, las teorías de conspiración y la fascinación popular. En este ensayo se explorarán algunos de los mitos más notorios asociados a esta obra maestra.

El mito de María Magdalena

Uno de los mitos más difundidos en tiempos recientes es la idea de que la figura a la derecha de Jesús —tradicionalmente identificada como el apóstol Juan— no es en realidad un hombre, sino una mujer: María Magdalena. Este mito fue impulsado en gran medida por el éxito de la novela El Código Da Vinci de Dan Brown, donde se propone que Leonardo quiso ocultar un secreto: que Jesús y María Magdalena estaban casados y que ella tuvo un papel central en el cristianismo primitivo.

Los defensores de esta teoría señalan los rasgos suaves y andróginos de la figura junto a Jesús, así como la aparente cercanía entre ambos. Sin embargo, los historiadores del arte y expertos en la obra de Leonardo señalan que era común en el arte renacentista representar a Juan con facciones delicadas para reflejar su juventud y pureza. No existe evidencia documental de que Leonardo intentara retratar a María Magdalena ni que desafiara los dogmas religiosos de forma tan explícita.

Mensajes ocultos y simbología secreta

Otro mito persistente sugiere que Leonardo incluyó mensajes secretos y símbolos esotéricos en la pintura. Algunos intérpretes han intentado encontrar estructuras matemáticas, referencias astrológicas, o incluso partituras musicales ocultas en la disposición de los elementos. Una teoría popular afirma que la disposición de los panes y las manos de los apóstoles sobre la mesa forman notas musicales que, leídas de izquierda a derecha, componen una pieza musical.

Si bien Leonardo tenía un profundo interés en la matemática, la proporción áurea y las ciencias, no existe consenso académico que respalde estas interpretaciones. La mayoría de los estudiosos considera que la composición de «La Última Cena» responde a criterios artísticos y narrativos más que a códigos cifrados. Sin embargo, la capacidad de la obra para inspirar estas teorías habla del aura de misterio que rodea al artista y su legado.

La figura de Judas y el reflejo del mal

La figura de Judas Iscariote ha sido objeto de especial atención en el análisis del cuadro. Se le representa con el rostro en sombra, sosteniendo una pequeña bolsa (símbolo del pago por la traición) y derribando accidentalmente un recipiente con sal, lo cual era considerado un mal presagio. Algunos mitos sostienen que Leonardo usó como modelo para Judas a una persona real que despreciaba, o incluso a un criminal condenado. No obstante, no hay pruebas documentadas que lo confirmen.

Otros dicen que Leonardo tardó años en encontrar el «rostro perfecto del mal» para Judas, y que, tras muchas búsquedas, terminó usando el mismo modelo que había empleado para representar a Jesús años antes, ahora caído en desgracia. Esta historia no tiene sustento histórico, pero ha sido contada como leyenda en numerosas ocasiones para ilustrar la dualidad entre el bien y el mal.

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