Es fácil pensar que Nadie nos vio partir es producto de la imaginación de un gran guionista, pero lo que ocurre en esta serie mexicana —protagonizada por Tessa Ía y Emiliano Zurita— está basada en una historia real. Su origen está en la novela homónima escrita por Tamara Trottner, quien narra su propia experiencia de infancia: el secuestro que sufrió junto a su hermano a manos de su padre en los años sesenta.
Ambientada en el México de la alta sociedad judía de esa época, la historia sigue a Valeria (Tessa Ía), una mujer que regresa a casa para descubrir que su esposo Leo (Emiliano Zurita) ha desaparecido junto a sus hijos. Lo que sigue es una búsqueda desesperada que la lleva por distintos países, enfrentando no solo el dolor de la pérdida, sino también el peso de las expectativas sociales y familiares.
“Demasiadas cosas pueden salir mal cuando tratas de controlar a los demás”, dice Tessa Ía sobre su personaje. “Esa necesidad de decidir cómo deben vivir los otros es el origen de muchos de nuestros errores”.
El elenco se completa con Flavio Medina y Juan Manuel Bernal, quienes interpretan a los patriarcas de ambas familias —Moisés y Samuel—, figuras que representan las estructuras rígidas y autoritarias de la época. Para Bernal, su personaje “es un retrato de una generación convencida de que sus decisiones eran las correctas”, mientras que Medina resalta que “esa realidad no está tan lejos de la que seguimos viviendo”.
La serie destaca por su tratamiento visual: paisajes hermosos y atmósferas luminosas que contrastan con la oscuridad emocional del relato. En el centro de todo están los niños, Tamara e Isaac, que encarnan la inocencia frente al poder y el control de los adultos.
“Historias como ésta deben contarse”, dice Ía, “porque nos recuerdan que muchas mujeres aún luchan por proteger su humanidad y su derecho a decidir sobre su propia vida”.
Nadie nos vio partir no solo reconstruye una tragedia personal, sino que también revisa la herencia emocional de una época, el papel del poder familiar y la persistencia de los vínculos más allá del dolor.