Cuando se habla de abejas, muchos piensan únicamente en miel, pero estos insectos cumplen un papel crucial en los ecosistemas y la agricultura. De las más de 20.000 especies conocidas en el mundo, solo unas pocas producen miel. La gran mayoría actúa como polinizadora, transportando polen de una flor a otra y asegurando la reproducción de las plantas.
“La polinización permite la variación genética de las especies vegetales, garantiza el equilibrio de los ecosistemas y es esencial para la producción de alimentos”, explica Marina Arbetman, bióloga e investigadora del CONICET de Argentina. Según la FAO, cerca del 85% de las plantas con flor en los bosques y selvas dependen de estos polinizadores, al igual que el 70% de los cultivos agrícolas. Almendras, manzanas, arándanos, aguacates, tomates y café son solo algunos de los alimentos que necesitan abejas para prosperar.
Sin embargo, la población de abejas está en peligro. El Síndrome de Desaparición de Abejas (CCD) y la pérdida de hábitats naturales, sumados al uso de pesticidas, monocultivos, especies invasoras y cambio climático, han provocado un declive alarmante en muchas especies.
“Cada especie, ya sea melífera, solitaria o sin aguijón, cumple una función esencial en la polinización y merece protección”, enfatiza Daniel Malusá, director de la ONG Bee or not to Be. Entre las medidas sugeridas están plantar flores y árboles nativos, evitar pesticidas y criar especies autóctonas.
Además, las abejas son criaturas sorprendentes: un abejorro puede visitar hasta 10 flores por minuto, y las reinas pueden vivir hasta cuatro años. Su labor invisible mantiene el equilibrio de la vida en la Tierra y asegura la supervivencia de plantas, animales y humanos.