Ciencia

¿Es posible ver la psicopatía en una resonancia magnética?

*¿Las personas con conductas psicopáticas nacen con un cerebro diferente o desarrollan esas diferencias como resultado de sus experiencias?

Un estudio reciente realizado por el Instituto de Medicina del Cerebro en Jülich y la Universidad RWTH Aachen, en Alemania, sugiere que sí. A través del análisis detallado de imágenes cerebrales, los investigadores identificaron alteraciones anatómicas en regiones clave del cerebro en hombres con altos rasgos psicopáticos, especialmente en aquellos que presentan conductas antisociales e impulsivas.

Los resultados, publicados en la revista European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience, abren una nueva ventana hacia la comprensión neurobiológica de la psicopatía, diferenciando entre sus dos dimensiones principales: los rasgos afectivos (como la manipulación o la falta de empatía) y los comportamentales (como la agresividad y la impulsividad).

El equipo estudió las resonancias de 39 hombres con puntuaciones elevadas en la escala de psicopatía de Hare (PCL-R) y comparó sus cerebros con los de un grupo control. Usando una técnica llamada morfometría basada en deformaciones, detectaron una reducción del 1.45 % en el volumen cerebral total, además de disminuciones específicas en zonas como el tálamo, la corteza insular, el tronco encefálico y el cerebelo.

Estas áreas están relacionadas con funciones esenciales como el control de impulsos, la toma de decisiones y la regulación emocional, por lo que su alteración puede tener consecuencias conductuales profundas.

“Los trastornos de comportamiento del factor 2 del PCL-R están asociados con déficits en circuitos fronto-subcorticales”, explican los autores del estudio.

En cambio, los rasgos del “factor 1” —como el encanto superficial o la frialdad emocional— no mostraron correlaciones tan claras con la estructura cerebral, lo que sugiere que podrían estar más relacionados con el entorno, la experiencia o aspectos psicológicos.

Este estudio reabre un debate clásico: ¿las personas con conductas psicopáticas nacen con un cerebro diferente o desarrollan esas diferencias como resultado de sus experiencias? Los autores plantean que podría tratarse de un patrón de desarrollo alterado desde etapas tempranas, influenciado por factores genéticos y ambientales.

También destaca la importancia de la plasticidad cerebral: si bien algunas alteraciones parecen estar presentes desde el desarrollo, otras podrían modificarse con intervenciones adecuadas. La detección temprana y la atención a contextos de riesgo (como el trauma infantil o el abandono) podrían prevenir la manifestación de conductas destructivas.

Aunque la posibilidad de identificar predisposiciones a través del cerebro es fascinante, también es peligrosa si no se maneja con responsabilidad. El estudio no propone usar escáneres cerebrales para diagnosticar psicopatía, pero sí enfatiza la necesidad de continuar explorando estos marcadores con fines científicos, no estigmatizantes.

“Conocer cómo funciona el cerebro no debe servir para etiquetar, sino para prevenir y comprender mejor a las personas”, concluyen los investigadores.

Este avance en la neurociencia no solo nos acerca a entender mejor la psicopatía, sino que también nos recuerda que la biología, el entorno y la ética deben ir de la mano cuando se trata de salud mental y conducta humana.

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