
El cine, desde sus inicios, fue un medio de constante experimentación. Durante las primeras décadas, los cineastas buscaban maneras de llevar vida a sus imágenes, utilizando técnicas manuales de tratamiento y tintado para agregar matices a las secuencias en blanco y negro. Estos primeros esfuerzos, aunque rudimentarios, abrieron el camino hacia la representación del mundo tal como lo percibimos: en toda su diversidad cromática.
Uno de los avances más significativos se dio a principios del siglo XX con la aparición de procesos que permitían capturar el color de manera más natural. En 1908, el sistema Kinemacolor revolucionó el panorama al ofrecer cortometrajes en dos tonos, acercando la experiencia visual a una representación más realista. Sin embargo, la verdadera consolidación del cine a color se produjo algunos años más tarde.
En 1922 se estrenó «El peaje del mar» , largometraje que implementó el innovador proceso Technicolor . Esta película es ampliamente reconocida como el primer film narrativo en presentar imágenes en color de manera sistemática, marcando el inicio de una nueva era en la industria. Con este hito, el cine dejó atrás las limitaciones del blanco y negro, dando paso a producciones que podían plasmar la riqueza y la vitalidad del entorno real, algo que capturó la imaginación tanto de espectadores como de realizadores.
Otras fuentes también señalan que la primera película a color fue el corto de animación de Walt Disney, Flowers and Trees, dirigido por Burt Gillet en 1932, dicha producción fue la primera en usar el Technicolor en todo su proceso de creación.
Fue tal el éxito de esta película que se alzó con el primer Oscar al mejor cortometraje de animación. La innovación por la que apostó Walt Disney ayudó a mejorar los resultados económicos de la empresa, lo que dio lugar a las posteriores grandes obras de la animación.