Aunque hoy sabemos que existen miles de exoplanetas, la vida no puede florecer en cualquier lugar del universo. Esta es la premisa que guía el nuevo libro del astrofísico y divulgador Miguel Ángel Sabadell, En busca de vida fuera de la Tierra (Pinolia, 2025), donde el autor plantea que la aparición de seres vivos requiere una compleja combinación de factores astronómicos, químicos y geológicos, mucho más estrictos de lo que solemos imaginar.
Lejos del optimismo que sugiere que la vida es inevitable en un cosmos tan vasto, Sabadell nos recuerda que incluso dentro de nuestra propia galaxia las condiciones favorables son excepcionales. No basta con que haya un planeta rocoso: hace falta que orbite en la zona habitable de una estrella estable, que posea una atmósfera equilibrada, una tectónica activa que regule el clima y, en algunos casos, la influencia protectora de gigantes como Júpiter o la estabilización de un satélite como la Luna.
El autor también enfatiza el papel del “barrio galáctico”: no todas las regiones de la Vía Láctea ofrecen la tranquilidad necesaria. Cerca del centro galáctico, la radiación y la densidad estelar serían letales para la vida. Nuestro propio sistema solar, ubicado en una franja relativamente estable, parece haber tenido la suerte cósmica de reunir las condiciones idóneas.
Sabadell, con décadas de experiencia en divulgación científica, explora además teorías como la panspermia, la búsqueda de tecnofirmas y los dilemas filosóficos que surgen al preguntarnos si somos producto de una serie de coincidencias improbables o parte de un destino universal hacia la vida.