En la década de 1960, la artista guatemalteca Rina Lazo recibió un encargo excepcional del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez: reproducir los murales del sitio arqueológico de Bonampak, en Chiapas, para el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.
Para estudiar las pinturas mayas a fondo, Lazo vivió tres meses en la selva, enfrentando peligros constantes como fieras, víboras, alacranes y tarántulas. La artista debía protegerse con armas y, en ocasiones, incluso dormía en lo alto de los árboles para mantenerse a salvo.
A su regreso a la Ciudad de México en 1964, dedicó dos años a plasmar los murales al fresco en el templo facsímil del museo, ubicado junto a la sala maya. Su trabajo no solo es una réplica artística, sino también un testimonio de valentía y pasión por la cultura mesoamericana.
Rina Lazo falleció en 2019, pero sus reproducciones siguen fascinando a visitantes, transportándolos a la grandeza de la civilización maya y consolidando su legado en la historia del arte latinoamericano.