
La emblemática Plaza de Armas de San Luis Potosí se convirtió desde ayer en un museo al aire libre con la llegada de Timoteo, una exposición escultórica del artista mexicano Rodrigo de la Sierra. Esta muestra forma parte de las actividades culturales de San Luis Potosí, Capital Americana de la Cultura 2025, y busca acercar el arte contemporáneo a la ciudadanía con un enfoque reflexivo, accesible y profundamente humano.
La serie de 15 esculturas monumentales representa a Timoteo, un personaje entrañable de formas redondeadas y gesto inquisitivo, que se ha convertido en un espejo irónico de la sociedad moderna. Según el propio artista, Timoteo nació primero como un autorretrato crítico. “Yo me caricaturizaba a mí mismo, ridiculizando los clichés en los que caía. Usé un canon arquitectónico para representar mi figura humana y ahí comenzó todo”, compartió De la Sierra en entrevista.
El personaje rápidamente trascendió lo personal y se convirtió en un observador agudo de la vida cotidiana. “Vi que otras personas se identificaban con lo que dibujaba, así que Timoteo pasó de ser mi espejo a ser el de todos. No importa la nacionalidad, edad o nivel socioeconómico: todos caemos en contradicciones similares”.
Rodrigo de la Sierra no rehúye a la responsabilidad del artista frente a su tiempo. “El arte tiene un papel subversivo. Si no cuestiona, si no incomoda, algo le falta. Yo no doy respuestas, pero sí hago preguntas”, afirma. Y añade: “El arte es la realidad transformada por la mirada del artista. Lo que busco es ofrecer una interpretación, una posibilidad de reflexión, pero no desde el juicio moral, sino desde el humor, la ironía y la cercanía”.
El artista relató que fue durante la pandemia que reafirmó su visión sobre la fragilidad humana: “Un bicho diminuto nos puso de rodillas. Pero también nos reveló nuestra capacidad de adaptación. Nos volvimos resilientes, aprendimos a vivir en aislamiento, a hablar a través de cámaras. Todo eso está presente en mis obras”.
Para De la Sierra, exponer al aire libre implica un reto y una oportunidad. “Aquí no hay paredes blancas ni silencios solemnes. La obra se enfrenta al transeúnte, al oficinista, al turista. Si logra detenerlos, hacerlos pensar o sonreír, la misión está cumplida. Me interesa llegarle a la gente en su día a día”.
En este sentido, la Plaza de Armas —epicentro del Centro Histórico potosino— se convierte en escenario perfecto para el diálogo entre arte y sociedad, con esculturas que invitan a detenerse, mirar y pensar.
Uno de los elementos más emotivos de la exposición es el encuentro simbólico entre Timoteo y Mafalda, la icónica niña creada por el maestro Quino. “Antes de que él falleciera, quise mandarle una escultura como homenaje, pero por distintas razones no lo hice. Ahora, de manera cósmica, San Luis Potosí nos reúne. Para mí, Quino fue una enorme influencia. Lograba con una línea y pocas palabras un mensaje profundo. Eso es lo que yo también aspiro a lograr desde la escultura: contar historias sencillas pero significativas”, dijo.
La exposición permanecerá por varias semanas en el primer cuadro de la ciudad, y se planea, continúe hasta diciembre. La entrada es libre. Las esculturas invitan a potosinos y visitantes a interactuar, tomarse una fotografía, detenerse a pensar o simplemente sonreír.
“Timoteo es un personaje que no juzga, pero observa. Está ahí para que nos miremos en él, para que entendamos que el arte también puede ser cercano, juguetón y profundamente humano”, concluyó Rodrigo de la Sierra