Música y danza

Samuel Cedillo y el grito animal de la voz humana

Se posiciona contra los dogmas del bel canto y la historia que los sostiene

¿Puede la voz ser un medio para liberar al cuerpo de siglos de domesticación? El compositor michoacano Samuel Cedillo (Tlalpujahua, 1981) cree que sí. Su obra vocal rompe con las convenciones del canto “civilizado” para devolver a la voz humana su potencia animal, instintiva, salvaje. Esta búsqueda se hizo evidente en su interpretación de Porcupine, pieza del compositor griego Panayiotis Kokoras, estrenada en noviembre de 2024 durante la Muestra Internacional de Música Electroacústica (MUSLAB) en el Ex Teresa Arte Actual.

Cedillo no interpreta animales; se convierte en ellos. Desde la glotis, el estómago, el sexo, el vientre y las articulaciones, su cuerpo proyecta una voz que no canta sino que ruge, grita, berrea, como si se tratara de una máquina viviente que produce lenguaje antes del lenguaje. “Porcupine fue escrita especialmente para mi campo expresivo, que acaso es bastante animal”, explica Cedillo. La pieza, dice, le permitió entrar en una zona cercana al concepto mesoamericano del nahual: un tránsito hacia lo inhumano para hallar, paradójicamente, una humanidad menos domesticada.

El rechazo al preciosismo vocal no es gratuito. Cedillo se posiciona contra los dogmas del bel canto y la historia que los sostiene, incluida la práctica de castrar niños para preservar una voz “pura”. En obras como Máquina parlante, Máquina bestia y Máquina bardo, el compositor da forma a una serie que él mismo define como “máquinas vivas”: dispositivos performativos donde la voz explora sus límites físicos y simbólicos, desde el grito hasta el balbuceo, desde el aliento hasta la furia.

Más que componer para la voz, Cedillo compone desde ella. Y al hacerlo, desafía siglos de civilidad vocal para abrir un espacio de expresión radical que recuerda tanto a rituales chamánicos como a una infancia prelingüística. “Sacudir un poco los oídos”, dice, “es también tumbar esa maraña de supuestos de belleza y retornar la voz a lo salvaje”.

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