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Sin señas particulares: un viaje al infierno de los desaparecidos

El hijo de Mercedes le avisa a su madre que se irá a trabajar al otro lado y ella no vuelve a saber absolutamente nada de él. Mujer de campo, sin experiencia en ministerios públicos o para tratar con policías.

Pero ¿Qué importa? Tu hijo lleva semanas desaparecido. Así que Mercedes se lanza a la búsqueda de este por la frontera, ciudades, carreteras y hasta rancherías. El viaje, que inicia con incertidumbre, se torna amenazante.

Desde esta premisa, Fernanda Valadez crea una de las películas más inquietantes de los últimos tiempos. Este largometraje da testimonio de las desapariciones forzadas que se viven en México desde hace muchísimos años.

Pero va más allá: hace una radiografía de un país agobiado por la violencia, donde es casi imposible diferencia entre víctimas y victimarios, donde las causas siempre parecen escaparse del entendimiento personal y colectivo.

Valadez narra la inquietante vida de dos personajes muy distintos entre sí que terminarán cruzándose y de alguna manera, uniéndose: por un lado, está Magdalena (Mercedes Hernández), una mujer de 48 años y semi analfabeta que emprende la búsqueda de su hijo adolescente, que ha desaparecido cuando intentaba cruzar a los Estados Unidos; por otro, aparece Miguel (David Illescas), un joven que es deportado desde ese país y debe regresar como puede a su pueblo en México.

Sin señas particulares es un retrato desgarrador en el que el mundo del narco, las matanzas, los cuerpos calcinados y la ausencia de un gobierno preocupado por su nación, están siempre presentes, aunque de una manera no tan explícita como otros exponentes recientes del cine mexicano.

La directora y coguionista se centra en las desventuras y experiencias íntimas de ambos personajes en un contexto que convierte esta historia en un auténtico calvario.

Sin forzar una trama encaminada a mostrarnos una mujer heroína, sin abusar de los diálogos, con un buen uso de las locaciones reales y un extraordinario discurso narrativo, Valadez concibe un relato sobre la dignidad, un intento de reivindicación humanista en medio del dolor y el horror.

Cultivarte, un espacio para el arte y la cultura en San Luis Potosí

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