Ciencia

Un rayo desata un espectáculo invisible sobre Italia

La fotografía muestra un resplandor rojizo en forma de disco, atravesado por tentáculos verticales

Hay fenómenos naturales tan breves y extraordinarios que parecen destinados a pasar desapercibidos. Sin embargo, el pasado 26 de noviembre, la naturaleza concedió una excepción. Desde la localidad de Possagno, al norte de Italia, el fotógrafo italiano Valter Binotto logró capturar una imagen excepcional: una formación doble de eventos luminosos transitorios, conocida como Sprite y ELVE, generados simultáneamente por un solo rayo a cientos de kilómetros de distancia.

La fotografía muestra un resplandor rojizo en forma de disco, atravesado por tentáculos verticales que descienden desde la alta atmósfera. Aunque la escena recuerda a una secuencia de ciencia ficción —Binotto la comparó con una escena de Independence Day—, se trata de un fenómeno completamente real, ocurrido en las capas superiores de la atmósfera terrestre.

Los Sprites y ELVEs pertenecen a los llamados eventos luminosos transitorios (TLEs), manifestaciones eléctricas que se producen por encima de las tormentas eléctricas. El Sprite, visible como estructuras rojizas ramificadas, ocurre entre los 50 y 90 kilómetros de altitud y dura apenas milisegundos. El ELVE, aún más raro, aparece como un anillo gigante de luz roja, que puede superar los 200 kilómetros de diámetro, generado cuando el pulso electromagnético de un rayo extremadamente potente impacta la ionosfera.

Según explicó Binotto, ambos fenómenos fueron provocados por un rayo positivo sobre el mar Adriático, a unos 350 kilómetros de distancia, con una intensidad estimada de 387 kiloamperios, muy superior a la de un rayo común. Gracias a referencias estelares, el fotógrafo calculó que el ELVE alcanzó una altitud aproximada de 85 kilómetros y un diámetro cercano a los 230 kilómetros.

Capturar este tipo de imágenes es una auténtica proeza técnica. Los ELVEs emiten luz principalmente en el espectro infrarrojo, invisible al ojo humano, por lo que se requieren cámaras modificadas y grabaciones en alta sensibilidad, revisadas cuadro por cuadro.

Más allá de su impacto visual, la imagen se ha convertido en un valioso documento científico. Demuestra que, incluso en una era de satélites y sensores avanzados, la atmósfera terrestre aún guarda espectáculos fugaces y misteriosos, visibles solo para quien esté en el lugar correcto, en el instante preciso, con la mirada atenta al cielo.

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