Al observar el cielo nocturno, el universo parece infinito. Sin embargo, para la cosmología moderna, el cosmos tiene límites bien definidos. Los modelos científicos indican que el espacio y el tiempo tuvieron un inicio en una singularidad extremadamente caliente y densa, origen del Big Bang. Además, el universo observable está delimitado por un horizonte cósmico, más allá del cual la expansión del espacio ocurre tan rápido que la luz no puede alcanzarnos.
Estas dos características —singularidad y horizonte de sucesos— no solo definen al universo, sino también a los agujeros negros. Esta coincidencia ha llevado a algunos científicos a plantear una hipótesis tan fascinante como desconcertante: que nuestro universo podría existir dentro de un agujero negro.
La idea no es nueva. Desde la década de 1970, investigadores como Raj Kumar Pathria e I. J. Good sugirieron que las ecuaciones de la relatividad general de Albert Einstein permiten esta posibilidad. Más tarde, el físico Lee Smolin propuso la teoría de la “selección natural cosmológica”, según la cual cada agujero negro podría dar origen a un nuevo universo con leyes físicas ligeramente distintas.
Aunque la hipótesis se aparta de la cosmología convencional, expertos como Niayesh Afshordi, del Instituto Perimeter de Canadá, consideran que es una idea científicamente plausible, aunque difícil de comprobar. Para que fuera válida, debería producir efectos observables, como una dirección preferente en la rotación de galaxias o anomalías en la radiación del Big Bang.
Hasta ahora, las observaciones indican que el universo es prácticamente uniforme en todas direcciones, lo que complica esta teoría. Además, persiste el gran reto de la física moderna: unificar la relatividad general con la mecánica cuántica para comprender qué ocurre realmente en una singularidad, ya sea la de un agujero negro o la del origen del universo.
Aunque no hay pruebas concluyentes, explorar estas ideas permite a la ciencia ampliar sus horizontes y cuestionar los modelos actuales. La posibilidad de que el universo esté contenido dentro de un agujero negro sigue siendo, por ahora, una de las hipótesis más intrigantes de la física moderna.
